PASO 1º:

 Primero machacamos con un tenedor en un bol grande los plátanos hasta hacerlos puré.
 En otro bol pequeño, hidratamos las semillas de chía con la bebida de soja.
 Incorporamos al  bol  grande el aceite de coco (foto 1ª), el azúcar, la chía hidratada, el resto de la bebida de soja, y mezclamos bien.  
  Juntamos la levadura química, con la harina de avena y la tamizamos sobre el resto de los ingredientes (foto 2ª). Mezclamos de nuevo con unas varillas.
 Por último batimos los huevos.  Los añadimos a la mezcla anterior y  mezclamos ahora con una espátula de abajo hacia arriba, hasta que estén completamente incorporados (foto 3ª).

PASO 2º:

 Vertemos la mitad de la masa en un molde de silicona.
  Añadimos los anacardos picados en pedazos gruesos, el chocolate picado a cuchillo, y un poco de crema de cacahuete (foto 4ª). Cubrimos con el resto de la masa (foto 5ª).
  Metemos al horno precalentado a 180 ºC, posición arriba abajo con ventilador, durante unos 50 a 60 minutos,  hasta que al pincharlo en el centro con una brocheta,  ésta salga limpia.  Sacamos del horno, dejamos que se temple antes de desmoldar y lo colocamos sobre una rejilla hasta que se enfríe completamente (foto 6ª).
 

PASO 3º:

 Mientras se enfría el bizcocho, preparamos la salsa de frutos rojos. Colocamos el azúcar en una sartén (la cantidad dependerá del punto de acidez que os guste, a nosotros nos gusta acida).  Cuando empiece a derretirse y formar un caramelo rubio, incorporamos las frutas, un poco de piel de naranja y la media rama de canela. Dejamos unos minutos que suelten su jugo. Vertemos la cucharada de vinagre, mezclamos y dejamos otro par de minutos, que coja la salsa un poco de espesor (foto 7ª). Retiramos y dejamos templar.
 Cortamos el bizcocho (foto 8ª), y lo servimos con la salsa de frutos rojos por encima, fría o templada (foto 9ª).

PASO 4º:

 NOTA: si no encontramos azúcar de coco podemos utilizar, panela, o un edulcorante apto para repostería. También lo podiamos sustituir en la elaboración del bizcocho por  unos dátiles picados.
 En lugar del aceite de coco, podemos usar uno de oliva virgen extra, sabor suave.
  Las semillas de chía se consideran un superalimento, ya que son una excelente fuente de fibra, antioxidantes, calcio, proteínas y ácidos grasos omega 3. Al igual que ocurre con otras semillas, se tienen que comer trituradas o remojadas para que nuestro organismo las asimile.
 Son también muy interesantes como alimento saciante, debido a que absorben 10 veces su peso en agua, formando un gel voluminoso que es el que produce la sensación de saciedad. Por lo que son una buena propuesta para añadir a un yogur, leche o zumo, en personas que estén llevando una dieta o reducir el colesterol.